El hombre, la abeja y la oveja (fábula):
Cierta vez, cuando un hombre recogía la miel de un panal, en pleno invierno, una orgullosa abeja le preguntó, exigente y arrogante:
-¿Hay algún animal más bienhechor que yo?
-¡Pues claro que lo hay! –respondió el hombre.
-¿Cómo? –se escandalizó la abeja-. ¡Seguro que te has equivocado! Si no es así..., dime su nombre.
-La oveja es nuestra mayor benefactora –repuso-, porque su lana nos es necesaria, en tanto que tu miel sólo es agradable.
-Ésa es tu opinión –zumbó el insecto- y no tiene ningún fundamento.
-Te lo explicaré –contestó él-. La oveja nos cede su lana de buen grado y sin crearnos problemas; tú nos das la miel, pero en cambio siempre estás dispuesta a clavarnos el aguijón.
La bondad es una virtud que debe valorarse.
Cierta vez, cuando un hombre recogía la miel de un panal, en pleno invierno, una orgullosa abeja le preguntó, exigente y arrogante:
-¿Hay algún animal más bienhechor que yo?
-¡Pues claro que lo hay! –respondió el hombre.
-¿Cómo? –se escandalizó la abeja-. ¡Seguro que te has equivocado! Si no es así..., dime su nombre.
-La oveja es nuestra mayor benefactora –repuso-, porque su lana nos es necesaria, en tanto que tu miel sólo es agradable.
-Ésa es tu opinión –zumbó el insecto- y no tiene ningún fundamento.
-Te lo explicaré –contestó él-. La oveja nos cede su lana de buen grado y sin crearnos problemas; tú nos das la miel, pero en cambio siempre estás dispuesta a clavarnos el aguijón.
La bondad es una virtud que debe valorarse.
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